La Iglesia existe fisiológicamente en el Espíritu Santo y se expande en el mundo en la medida en que permanece “en salida” (Papa Francisco), como en el día de Pentecostés, gracias al protagonismo del Espíritu Santo, con Sus inspiraciones y mociones, con Sus dones y carismas.

Desde la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, el Magisterio eclesial ha restituido a la presencia y acción del Espíritu Santo su centralidad, destacando Su “ministerio”, que actualiza el “misterio” de la Iglesia, la fe en Jesús y la vida cristiana.

Desde Juan XXIII hasta Francisco, las últimas décadas del Segundo Milenio y las primeras del Tercer Milenio atestiguan de manera inequívoca el “retorno del Espíritu Santo” y una profunda obra de renovación espiritual, que atraviesa y sigue atravesando cada ámbito “cultual y cultural” en los cuales se configuran los estudios teológicos, la vida pastoral y el desafío misionero.

Sin embargo, el “gran Desconocido” (León XIII) corre el riesgo de permanecer “olvidado” e infecundo en la vida personal y comunitaria de muchos, si no se presta atención al rico y profundo “depósito pneumatológico” que nos han legado los últimos cinco Pontífices.

Este curso presentará “retratos del Espíritu Santo”, tal como han sido delineados, desde el Concilio hasta hoy, en los Discursos y Escritos de los Pontífices, en armonía con las Sagradas Escrituras y la Tradición de los Padres. Un homenaje a la “misión pentecostal” de la Iglesia del Tercer Milenio.