Mi camino de fé y estudio en el APRA (de G. Valsecchi)

Mi camino de fé y estudio en el APRA (de G. Valsecchi)

«Pienso que la tarea principal de mi vida es expresar a Dios en cada una de mis palabras y en cada uno de mis sentimientos.

Mi trayectoria universitaria comenzó en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz con la licenciatura en Ciencias Religiosas, que culminó con la publicación de un volumen titulado ‘Conocimiento y experiencia mística de Santo Tomás de Aquino. La narrativa hagiográfica de Guillermo de Tocco’. Este libro fue un homenaje al Doctor Angélico, cuyos jubileos de nacimiento (Roccasecca 1225), muerte (Fossanova 1274) y canonización (1323) se conmemoran en estos años 2023-2025. Si bien hay muchos textos que elogian la dimensión intelectual del fraile de Aquino, mi contribución ha buscado reconocer en su persona las sólidas bases en la vida cristiana y la fidelidad a la vocación específica de sacerdote y religioso de la Orden de los Predicadores, que han transmitido su vida mística. En un panorama rico en visiones, alienaciones de los sentidos y otros fenómenos extraordinarios se encuentra el amor de Tomás por la expresión ‘Mysterium Trinitatis’, que sugiere que la cúspide del conocimiento de Dios reside en conocer su incomprensibilidad: cuanto más Él comunica su vida íntima, más se le percibe como misterio. Entonces se despierta un deseo de revelación, basado en ese acto de amor con el cual el hombre fue creado capaz de Dios, a imagen y semejanza de su Creador.

La consideración de la imago Dei está guiando mi interés también en mi trayectoria universitaria de licenciatura en nuestra universidad, con una tesis que pretende abordar la intimidad de pareja como un arte que los esposos ejercen a partir de la imagen y semejanza de Dios, que alcanza su punto culminante en el sacramento del matrimonio y florece según las fecundidades física, espiritual y social. El eco del principio del Génesis hace resonar en el hombre la verdad sobre la sexualidad humana, reflejo de la comunión eterna de la Trinidad. De lo escrito se deriva el total rechazo de una visión determinista y distorsionada del concepto de vocación matrimonial, según la cual una persona estaría destinada a otra desde la eternidad como mitad de una manzana para completarse o elegida por Cupido con el simple disparo de una flecha. Esta concepción no hace justicia a la persona humana, que en cambio está llamada en su plenitud individual, con las facultades que le son propias, a elegir a otra persona como compañera en el camino. Es conmovedor entonces reconocer la singularidad del sacramento del matrimonio: si los otros sacramentos delinean eventos salvíficos que se insertan en la historia humana, este es un evento de la historia humana que se convierte en evento salvífico. De ahí el intento de transmitir la belleza del matrimonio también utilizando la Teología del Cuerpo, que en su pontificado San Juan Pablo II quiso dar a conocer, amar y vivir con conciencia al pueblo de Dios. Escribe en la carta Gratissimam Sane:

No se puede comprender a la Iglesia como Cuerpo místico de Cristo, como signo de la Alianza del hombre con Dios en Cristo, como sacramento universal de salvación, sin referirse al «gran misterio», vinculado a la creación del hombre varón y mujer y a la vocación de ambos al amor conyugal, a la paternidad y a la maternidad. No existe el «gran misterio», que es la Iglesia y la humanidad en Cristo, sin el «gran misterio» expresado en ser «una sola carne» (cf. Gn 2,24; Ef 5,31-32), es decir, en la realidad del matrimonio y la familia.

Mi experiencia universitaria se encuentra en confrontación con la enseñanza de la Religión Católica en el colegio arzobispal de Lecco, donde me encargo de la escuela primaria y secundaria de primer y segundo grado. En el entorno laboral se me presenta un desafío que esconde una riqueza para la enseñanza: esforzarse por adaptar el lenguaje académico permite reformular y hacer accesibles contenidos fundamentales para la existencia personal, volviendo continuamente a hacer vibrar las cuerdas del corazón. Refiriéndome en particular a los alumnos del Liceo científico, reconozco que para entablar con ellos una reflexión que los interpelle es imprescindible narrar mi propia experiencia. Compartiendo con ellos el interés por el tema de la intimidad de pareja, que se alcanza a través de la pedagogía que enseña nuestro propio cuerpo, me parece valioso transmitirles el gusto por haber ofrecido la vida. Lejos de limitarme a transmitir meros conocimientos de anatomía o fisiología o incluso aspectos morales aparentemente alejados de su vida cotidiana, cada mañana espero transmitir la posibilidad de un camino alegre, donde se descubre que entregarse por alguien lleva consigo el gusto por la vida.»

Foto G. Valsecchi

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