Tesi dottorale su Jean Daniélou (presentazione)

Ateneo Pontificio Regina Apostolorum

Facultad de Teología

 

Las religiones no-cristianas a la luz de la revelación

Estudio analítico de la propuesta metodológica de Jean Daniélou en vistas a la comprensión del problema histórico de las religiones

 P. Marcelo Bravo Pereira, LC

 Introducción

            Es para todos una evidencia el hecho de que la así llamada “teología del pluralismo religioso” es uno de los temas principales de la teología contemporánea. Tanto que algunos de los teólogos la han elevado a una “nueva teología fundamental” que estaría a la base de todo el quehacer teológico actual. No sería un tema teológico más – de moda, si queremos – sino un nuevo modo de “hacer teología” en contexto interreligioso.

            Si esto es así, una tesis doctoral con el título «Las religiones no-cristianas a la luz de la Revelación» no parecería ser muy original. Si, además, llevamos a cabo esta reflexión sirviéndonos del trabajo teológico de Jean Daniélou (1905-1974), la novedad parecería aún más comprometida, toda vez que éste suele quedar relegado a las reseñas históricas del tema, como exponente de la teoría del “cumplimiento” y como inspirador de la así llamada «tendencia Daniélou».

            No obstante lo dicho, hemos querido proponer nuevamente la figura de este eminente teólogo francés y su aportación a la teología de las religiones. Nuestra intención ha sido, sin embargo, no tanto volver sobre sus conclusiones, sino sobre sus premisas, sus presupuestos y su punto de arranque teológico; en síntesis, sobre los elementos que caracterizan su método teológico. Consideramos que esta perspectiva es novedosa y podría ofrecer a la reflexión teológica nuevas vías para profundizar en el significado de las religiones no-cristianas a la luz de la Revelación.

            Este recorrido intelectual no hubiera sido posible sin el concurso de aquellos que nos han acompañado con sus consejos y estímulo. Deseo agradecer en primer lugar a Dios Nuestro Señor, por haberme concedido la gracia de penetrar un poco más en el misterio insondable de su Voluntad salvífica universal; a los superiores y hermanos de la Legión de Cristo, Congregación a la que me siento santamente orgulloso de pertenecer y en cuyo seno he recibido las lecciones más importantes de mi vida. Al Prof. Andreu Rocha que me ayudó a dar los primeros pasos en este proyecto y al P. Donal Corry que aceptó generosamente de ayudarme a llevarlo a término. A mons. Krzystof Charamsa, segundo relator, por el tiempo dedicado a la revisión y por sus oportunas observaciones. A muchos tendría que agradecer. No es el momento de comenzar un elenco que se haría interminable. No puedo, sin embargo, no mencionar al P. Juan Gabriel Ascencio que leyó una buena parte de la tesis y certeramente la tiñó de rojo; y al P. Antonio Rivero que ha sido para mí, desde 1991, un modelo de profesor, competente en su ciencia y apóstol entusiasta.

 1. Historia de la presente disertación

            La historia de la presente investigación es relativamente sencilla. Durante nuestros estudios filosóficos, se fue concretando una inquietud acerca del valor del cristianismo en relación con las demás religiones. Aunque esta inquietud estaba presente desde antes, gracias a la lectura de la encíclica de Juan Pablo II, Redemptoris missio (1991), se fue acrecentando sobre todo a raíz del documento de la Congregación de la Doctrina de la Fe Dominus Iesus (2000) y los estudios de filosofía de la religión y de eclesiología; de hecho, bajo la guía del P. Francisco Mateos dedicamos nuestro trabajo escrito de Bachillerato (2002) al tema de la teología del pluralismo religioso, y en concreto al análisis crítico del libro de Jacques Dupuis, Cristianesimo e religioni, dallo scontro all’incontro, (Queriniana, Brescia 2001). Por aquel entonces llegamos a una conclusión, fruto más de la intuición que de la argumentación: los problemas de muchos así llamados teólogos del pluralismo religioso no se debían tanto, o necesariamente, al encuentro sincretista con las religiones, sino más bien a estructuras de pensamiento de dudoso valor para cimentar un discurso teológico. Es decir, se trataba de un problema de base, de precomprensiones, de fundamentos filosóficos y teológicos – según nuestro parecer – insuficientes que llevaban después a ofrecer respuestas erróneas o ambiguas, que podrían conducir a una peligrosa disolución del objeto de la fe.

            En cierta medida esta intuición se ve reflejada a lo largo de nuestra tesis, en particular en la digresión previa que hemos puesto al final de la introducción. Dos autores nos interesaban particularmente: Jacques Dupuis y, sobre todo, Claude Geffré, pues, ambos habían tratado explícitamente el problema del método en la teología del pluralismo religioso – desde la perspectiva de la teología hermenéutica –, pero, a diferencia de otros teólogos de esta corriente, han manifestado firmemente su intención de mantenerse al interno de una reflexión católica, fiel a la Tradición y al Magisterio.

            Obviamente, esta primera línea de reflexión fue abandonada prontamente. Hemos preferido, por el contrario, volver sobre un teólogo, “clásico”, por decirlo de algún modo. Dado que Jean Daniélou es considerado uno de los pioneros de la teología católica de las religiones, además de haber sido – en palabras de A. Nichols – el epítome del ressourcement teológico francés, nos pareció oportuno estudiar su vasta producción teológica para descubrir su método y volverlo a proponer como vía posible para llegar a conclusiones válidas en la discusión acerca de la relación entre cristianismo y religiones; conclusiones que han de respetar el Depósito de la fe y a la vez explorar con audacia y sin restricciones mentales nuevas propuestas de solución.

 2. Tema y novedad de la disertación

            El motivo de fondo que nos ha guiado ha sido, pues, el de encontrar un método teológico seguro que pueda hacer frente a los problemas reales del pluralismo religioso y ofrecer soluciones teológicas acordes con las fuentes de la Revelación. Al interno de este motivo general se inserta el objetivo específico de nuestra disertación: presentar el método teológico – quehacer teológico, como lo hemos denominado – que se deduce del análisis de la obra de J. Daniélou y la aplicación del mismo “a la comprensión del problema histórico de las religiones”.  

            La novedad consiste, primero, en que el tema “cristianismo y religiones” – ya estudiado ampliamente – es visto desde la perspectiva metodológica (poniendo toda la atención en los principios y momentos del método teológico de J. Daniélou y la aplicación del mismo al problema del pluralismo religioso). Obviamente J. Daniélou no es un teórico del método: parafraseando a Descartes, en este trabajo J. Daniélou no nos dice qué método hemos de seguir, más bien nos presenta (nosotros por él) el método que él ha seguido; segundo, en el hecho de que hemos querido ofrecer una exposición comprehensiva de los principios teológicos y de su método tal como se deduce de su amplia producción teológica. Otros trabajos han aludido, como parte de su exposición, al método de J. Daniélou; sin embargo, éstos se han limitado a enunciar algunos principios, sin pretender un estudio comprehensivo de éstos o sin detenerse a analizarlos en profundidad. Nuestra tesis presenta un análisis exhaustivo que trata de abarcar una buena parte de sus escritos con el fin de encontrar pistas sobre su acercamiento a la teología en general y al problema de las religiones no-cristianas en particular.

            Un acercamiento al problema de las religiones no-cristianas y su relación con el cristianismo desde el método teológico de J. Daniélou nos ha permitido obviar los “lugares comunes” en los que se ha incurrido cada vez que se expone su doctrina. Tal vez la más reciente – de M. Meslin – que afirma que J. Daniélou aceptaría la doctrina de la revelación primitiva de W. Schmidt. La doctrina de J. Daniélou acerca de la distinción entre natural-sobrenatural, la visión negativa de las religiones, o las religiones como fruto del puro esfuerzo humano, la confusión entre cristianismo y su versión occidental, etc. han sido redimensionadas en nuestra disertación.

 3. Límites, fuentes y estructura de la disertación

            Antes de exponer las partes fundamentales de la tesis se hace necesario delimitar oportunamente nuestro trabajo. Nuestra intención, como hemos dicho ya, es el de ofrecer una exposición comprehensiva del método teológico de J. Daniélou y su aplicación al problema histórico de las religiones. Es, por esto, fundamentalmente una exposición. No ha sido nuestra intención ofrecer puntos de vista personales; hemos tratado de reflejar lo más fielmente posible el pensamiento del autor analizado; en todo momento hemos querido que resonara sólo la voz de J. Daniélou, esforzándonos por no interferir en su discurso. Para ello hemos seguido el método de la comparación de las fuentes, incluso de aquellas que no guardaban relación directa con el tema de las religiones, pero en las que se encontraban reflexiones pertinentes a propósito de su modo de proceder teológico o sobre el valor, alcance y significado de la teología como ciencia. Nuestro propósito ha sido encontrar un hilo conductor que guiase el quehacer teológico de J. Daniélou o, al menos, que sirviese como trama sobre el cual construyese su edificio conceptual. Hemos de afirmar, a este respecto, que hemos encontrado una notable coherencia en el pensamiento de J. Daniélou – cosa que él mismo reconoció en sus Memorias –, no obstante la falta de orden que a veces reflejan sus escritos. J. Daniélou escribió a niveles diversos – desde universitarios a cardenales de la Curia Romana. Sin embargo, se puede percibir una continuidad y una fidelidad a sus principios a lo largo de los años, desde mediados de los cuarenta y hasta el día previo a su muerte.

            Nuestra disertación es fundamentalmente una exposición, además, porque se ha limitado a exponer, haciendo sólo al final algunas observaciones críticas, por lo demás marginales. No ocultamos la simpatía que ha producido en nosotros la figura de este eminente teólogo, sacerdote y apóstol. Por este motivo, compartimos sustancialmente su punto de vista – al menos por lo que respecta al tema central de investigación – y esto se manifiesta a lo largo de nuestro trabajo.

            Finalmente – al interno de los límites de nuestra disertación – reafirmamos que se trata de un estudio comprehensivo del método de J. Daniélou. Aun cuando hemos hecho algunas referencias a otros autores, toda la tesis gira entorno al pensamiento de J. Daniélou. Ahora bien, no obstante nuestro teólogo haya gozado de una particular popularidad en el pasado, hemos constatado – y reflejado en la introducción de nuestra disertación – la escasez de bibliografía acerca de J. Daniélou y de su teología. Las tesis publicadas son pocas si se comparan con lo escrito a propósito de otros teólogos de la época – H. de Lubac, por citar sólo uno. No es éste el lugar para avanzar hipótesis acerca de esta laguna, que mucho se podría decir. El hecho es que en una buena parte de nuestra disertación tendremos que hacer referencia exclusiva a los escritos de nuestro autor, sin poder confrontar nuestras conclusiones con otras referencias.

            De ahí que las fuentes casi exclusivas sean las obras de J. Daniélou. Éstas son de dos clases: libros y artículos. De entre los primeros son de particular importancia, por orden de la edición francesa, Le mystère du salut des nations (1946), el Essai sur le mystère de l’histoire (1953), Dieu et nous (1956), L’oraison, problème politique (1965), y Mythes païens, mystère chrétien (1966). Por lo que respecta a los artículos no podemos no mencionar «Les orientations présentes de la pensée religieuse» (1946); «La pensée chrétienne» (1947); «Unité et pluralité de la pensée religieuse» (1962), por lo que respecta a la renovación del quehacer teológico, y «Le yogui et le saint» (1948), «Christianisme et religions non-chrétiennes» (1964), «Les religions non-chrétiennes et la salut» (1969), por lo que respecta a la relación entre cristianismo y religiones. A guisa de marco vital hemos acudido a dos obras íntimas de nuestro autor: sus Carnets spirituels (1993), que cubre sus primeros años de vida religiosa y sacerdotal, y Et qui est mon prochain? (1974), las memorias que J. Daniélou confió a Françoise Verny poco antes de su muerte. Como hemos dicho, sin embargo, hemos tenido en cuenta casi toda la producción teológica y pastoral de J. Daniélou.

            Por lo que respecta a las fuentes secundarias, relativas al pensamiento de J. Daniélou, nos limitamos a señalar dos colecciones de artículos conmemorativos, uno a la muerte del teólogo francés (Jean Daniélou, 1905-1974) y las actas de un congreso celebrado a los 25 años de su desaparición (J. Fontaine, Actualité de Jean Daniélou) y publicado en 2006.

            Nuestra disertación está estructurada en dos partes fundamentales, con tres capítulos cada una. En la primera parte, que hemos titulado “Acercamiento analítico a la propuesta teológica de Jean Daniélou”, hemos expuesto los elementos esenciales del quehacer teológico de nuestro autor, observándolo desde diversos ángulos: sus actitudes ante los estudios teológicos, los principios y los momentos de su método.  En la segunda parte – “Método teológico de J. Daniélou aplicado al problema histórico de las religiones” –, hemos buscado aplicar las conclusiones de la primera parte a su singular teología de las religiones. Hemos visto, además, en esta segunda parte el significado de las religiones como tema estrictamente teológico. El título “problema histórico de las religiones” nos sirve para ilustrar el verdadero problema de las religiones: no tanto las doctrinas, ni siquiera la posibilidad de la salvación fuera de los confines visibles de la Iglesia, sino más bien, el misterio de la existencia histórica misma de las religiones, contemporáneamente al cristianismo y el sentido de esta co-existencia al interno de la historia de la salvación.

             Dado que los capítulos centrales son el segundo y el quinto (el segundo de la primera parte y el segundo de la segunda parte), en esta exposición me limitaré a comentar estos capítulos.

 4. capítulo primero: «Concepción de la teología»

            En el primer capítulo “Concepción de la teología”, que sirve de pórtico a la primera parte de nuestro estudio, el acercamiento es más de tipo existencial-vivencial; es decir, hemos pretendido exponer, a la luz de los escritos más personales de J. Daniélou cuáles son, por un lado, los principios, las convicciones y las actitudes que deben guiar al teólogo, y, por otro, cómo se debe preparar el aspirante a teólogo (la fe teologal, la filosofía y el conocimiento de las ciencias humanas), para llegar a ofrecer una contribución de calidad a la teología.

            Por lo que respecta a la preparación del teólogo, hemos analizado aquellos elementos que no pueden faltar en la reflexión teológica: la fe vivida como base del quehacer teológico, pues no es concebible un teólogo católico que no tenga fe teologal; el recurso a la filosofía de corte realista y metafísica, que no sólo es ancilla, sino sobre todo educadora de la razón creyente, con la conciencia de que una falsa filosofía puede impedir el desarrollo de la fe al minar los presupuestos que hacen posible la fe misma; el recurso a las ciencias humanas, por cuanto que el teólogo está insertado en un contexto histórico que debe conocer adecuada y críticamente. En el caso del teólogo que estudia las religiones, no debe faltar el conocimiento profundo de la fenomenología de la religión.

 5. Capítulo segundo: “La propuesta teológico-metodológica de J. Daniélou”

            El segundo capítulo, “La propuesta teológico-metodológica de J. Daniélou”, es el núcleo esencial de la primera parte. Consta de dos apartados. En el primero se exponen los puntos clave de su propuesta teológica y en el segundo, los “momentos” del método teológico de J. Daniélou.

            Los principios teológicos que hemos encontrado en la obra teológica de nuestro autor – sus puntos clave – son los mismos que la Iglesia contempla en santo Tomás de Aquino y que hicieron de él – en palabras de J. Daniélou –, maestro de sagrada doctrina y paradigma del teólogo católico. Éstos son,

 1º      la afirmación de las capacidades de la mente humana de alcanzar la verdad. Este principio dará al teólogo la seguridad de reflexionar sobre verdades y no solamente sobre “experiencias subjetivas” incomunicables.

2º      el primado de la Revelación como criterio último de verificación de toda “hipótesis teológica”. Este principio ofrecerá al teólogo el criterio último y cierto para valorar el significado y el alcance de sus propuestas teológicas. La Revelación es la base de la teología: si se cuestiona la fe, la teología pierde pie y acaba por disolverse.

3º      el despliegue de todas las capacidades del entendimiento humano, puestas al servicio de una mejor comprensión del dato revelado. Este último principio abre la teología al diálogo con las corrientes filosóficas y culturales de su tiempo, sin miedo a quedar enredada en el relativismo ideológico, pero enriqueciéndola con el análisis de “los movimientos fundamentales del espíritu” que están a la base de las corrientes de pensamiento moderno.

             Estos principios hacen posible la armoniosa compenetración entre fe y razón al interno del discurso teológico. La fe ofrece el “material”, el contenido, sobre el que una razón iluminada sobrenaturalmente se ejercitará de acuerdo con sus propios principios. La fe presupone la razón en cuanto que la adhesión a la verdad revelada es un acto plenamente racional, y la fe, por otro lado, se constituye como la razón última en cuanto que la fe abre a la consideración de la realidad desde su perspectiva más objetiva, desde la perspectiva divina.

            Aquí entra el significado de teología que subyace a la obra teológica de J. Daniélou. Ésta es el ejercicio de la razón sobre un dominio particular que es el de la historia de la salvación. Es una reflexión (especulación) sobre los hechos históricos singulares (concreción), para descubrir y describir las mores divinas – los mirabilia Dei – que nos introducirán después en el misterio de su intimidad. La teología brota espontáneamente desde sus inicios como exigencia de comprensión racional de la revelación. Ésta elabora el dato revelado, no según las exigencias de la razón, sino según las exigencias de la Revelación misma. Si algo no es teología, es precisamente el tentativo de adecuar las categorías de la Revelación según un esquema mental preconcebido. Dicho de modo gráfico: no se trata de recortar el evangelio para hacerlo aceptable a Platón, sino estirar a Platón de acuerdo con las medidas del Evangelio. La teología es, para nuestro autor, la reflexión racional sobre las implicaciones de la fe, tal como está expresada en la Escritura y en la Tradición.

            La teología es, por tanto, obra de la fe y de la razón. Tiene un punto de partida que es la Revelación. Ésta se entiende, en J. Daniélou, sobre todo como la Revelación de las “costumbres divinas” que se manifiestan paulatinamente en la historia de la salvación, tal y como aparecen en la Sagrada Escritura. Va al Dios de la revelación a través de sus intervenciones históricas. La teología parte así de un fundamento sólido, el del testimonio que Dios hace de sí mismo en Cristo y del testimonio que la Iglesia ha recogido de los apóstoles que convivieron con el «Verbo de la Vida» (1Jn 1, 1). J. Daniélou considera por esto que el tipo de verdad que manifiesta la Revelación es del tipo de verdades que se conocen por el testimonio; es, en definitiva, una verdad histórica. Este carácter histórico de la Revelación la hace susceptible de ser analizada con el método histórico. Ahora bien, no obstante su carácter histórico, el protagonista es, sin embargo, metahistórico. Dios es el centro de la historia y por ende, el método para descifrar el significado de la historia es l’esprit de prophétie – por usar una expresión de Pascal – capaz de descubrir en el “dato” el “hábito” divino.

            Así, toda la teología, la única teología católica, se despliega en una pluralidad de tentativos coordinados con el fin de elucidar, de descubrir y de comprender esa gramática de la fe presente en la Revelación – esa “filigrana” – que son las costumbres de Dios y que descubrimos a través de la reflexión sobre la historia de la salvación. El pluralismo no compromete así la unidad de la ciencia teológica, sino que está al servicio de ella. El pluralismo enriquece la única teología.

            Finalmente, hemos analizado los cuatro momentos de su propuesta teológica. Estos momentos son como la trama sobre la cual nuestro autor construye sus conclusiones teológicas. Estos momentos son

  1. el metafísico o de afirmación de la realidad: J. Daniélou parte de verdades sólidas, parte del “ser” más que del “aparecer”; éste será el momento del reconocimiento del dato en su existencia objetiva, ya sea ontológica (gracias a la analogía), ya sea histórica (con el análisis crítico de las fuentes). El teólogo se mueve con la convicción de que habla de realidades, no sólo de lenguaje o de experiencias subjetivas.
  2. el momento tipológico de acercamiento a la Sagrada Escritura: la teología de J. Daniélou es una teología bíblica en cuanto que tiene su punto de partida en la Biblia. Es, además, teología de la historia porque trata de pasar de la narración bíblica a los hechos fundamentales que son narrados en ella. En la Biblia encuentra las características del actuar y del ser divino y la clave de interpretación del misterio de Cristo y de la historia.
  3. El momento histórico o del cariz histórico de la fe: si toda la Escritura se ha de interpretar con toda la Escritura, se podría decir lo mismo de la historia de la teología; es decir, un problema o una cuestión teológica presente se resuelve a la luz de toda la historia de fe y de razón, que es la teología católica. Un teólogo debe ser, en la medida de lo posible, un histórico de la fe, y la historia de la teología debe ser considerada una ciencia estrictamente teológica. Esto tiene una relevancia trascendental precisamente a causa de la consideración de la historia al interno de la fe. El crecimiento del Cuerpo Místico de Cristo a lo largo de la historia es parte integrante de la revelación…
  4. El momento hermenéutico, presente en todo el quehacer teológico, por cuanto que el teólogo pertenece a una época determinada, su época y su contexto cultural marcarán las pautas de su investigación, etc. La hermenéutica no significará una reinterpretación de los contenidos, que son inmutables, sino del modo de transmitirlos. Para ello será esencial comprender bien el significado de una noción teológica dentro de su contexto para tratar, en la medida de lo posible, de actualizarlo, sin perder el valor perenne de su significado original, pero enriqueciéndolo con las aportaciones del presente. La clave hermenéutica será: así como Dios actuó en el pasado, así continúa actuando en el hoy de su Iglesia.

             De entre estos momentos sobresale el “momento tipológico”. El acercamiento a la Sagrada Escritura es, tal vez, la característica más específica de J. Daniélou. Éste ha logrado extraer del estudio de los Santos Padres la enjundia de su lectura bíblica. A la base se encuentra la propuesta de reformular la doctrina de los sentidos de la Escritura, tratando de purificarla de los elementos ajenos a la misma; es decir, del influjo de la exégesis filoniana y de la escuela de Alejandría.

            Para J. Daniélou no existen más que dos sentidos teológicos de la Escritura. Todo otro sentido brota de éstos. Son el sentido literal, que se centra en lo que el hagiógrafo quiso narrar (el sentido de las palabras según santo Tomás); y el sentido tipológico que es el sentido de las cosas mismas que son narradas (el sentido que Dios imprime a los acontecimientos). Este es el sentido cristológico de la Escritura, porque toda ella habla de Cristo. Ahora bien, no se debe considerar “simbólica” a esta exégesis. El sentido tipológico es también histórico. Hace referencia a las intervenciones de Dios en la historia, intervenciones que trazan unas coordenadas que tienen como punto de convergencia el misterio del Christus Totus; es decir, el del cumplimiento del designio divino de salvación en Cristo y en su Iglesia, hasta la consumación de los siglos. Es, finalmente, una exégesis que abarca los misterios de la vida terrena de Cristo y de su presencia en la Iglesia, de sus sacramentos y de su acción en el interior de las almas.

 6. Capítulo tercero: «Análisis del quehacer teológico de J. Daniélou en algunas obras»

            En el tercer capítulo nos hemos esforzado por mostrar cómo J. Daniélou aplica sus principios teológicos al problema de las religiones. Hemos analizado desde esta perspectiva dos de sus obras dedicadas exclusivamente a este tema: Le mystère du salut des nations y Les saints païens de l’Ancient Testament. El objetivo de este análisis era el de servir como puente entre la primera parte y la segunda de nuestra disertación, haciendo notar cómo los principios y los momentos de su quehacer teológico estaban presentes en estas dos obras.

 7. Capítulo cuarto: «sentido teológico del problema histórico de las religiones»

            En el capítulo cuarto, “sentido teológico del problema histórico de las religiones” – con el que iniciamos la segunda parte de nuestra disertación –, hemos querido ilustrar cómo ve J. Daniélou a las religiones no cristianas y cuál es la especificidad del cristianismo con respecto a éstas. Las preguntas fundamentales que han guiado este capítulo son: ¿Qué son las religiones para J. Daniélou? ¿cómo se ve a sí mismo el cristiano ante las religiones no cristianas? ¿qué relación existe al interno del cristianismo entre religión y revelación? ¿cómo “perviven” las religiones al interno del cristianismo?

 8. Capítulo quinto, «Lugar de las religiones en el discurso teológico»

            En el capítulo quinto, “Lugar de las religiones en el discurso teológico” – capítulo central de esta segunda parte –, nos hemos preguntado precisamente sobre el puesto, el “lugar”, que correspondería a las religiones al interno de la reflexión teológica. Este tema es de capital importancia a causa del debate actual acerca de la “teología interreligiosa” que propugnan algunos teólogos contemporáneos (cf. J. Dupuis, Cl. Geffré y P. Knitter). J. Daniélou afirma claramente – y hemos tenido ocasión de advertirlo – que la fuente única de la teología católica es la Revelación. Sin embargo, esto no significa que las aportaciones de las religiones no cristianas no tengan ninguna función que cumplir al interno de la teología.

            La Sagrada Escritura y la Tradición – las fuentes de la Revelación – son para J. Daniélou – y para nosotros – el punto de partida de la teología de las religiones. Es cierto que Dios ha hablado de muchos modos y en diversas ocasiones (cf. Hb 1, 1). Es cierto, además, que las Tradiciones religiosas de otros pueblos pueden contener trazos, más o menos explícitos, de esa Palabra dirigida a todos los hombres que vienen a este mundo (cf. Jn 1, 9). Podríamos llegar a decir, incluso, que algunas dimensiones de la vida espiritual y del mundo supraterreno podrían ser mejor comprendidas en otras tradiciones religiosas. Todo esto es cierto y puede servir de base a una investigación comparativa. Las tradiciones no-cristianas son fuente de sabiduría y de espiritualidad, pero sólo la Sagrada Escritura nos trasmite los hábitos divinos. Aquí está la originalidad de la lectura que hace J. Daniélou de las fuentes de la Revelación. No se trata de buscar afirmaciones aisladas sobre las religiones presentes en la Sagrada Escritura, sino de descubrir los hábitos divinos en relación con una humanidad que tantea en las tinieblas. Es precisamente el método tipológico de acercamiento a la Biblia el que nos da el acceso a la comprensión del sentido teológico del problema histórico de las religiones no cristianas. Sacando conclusiones del pensamiento de J. Daniélou, no tememos afirmar que la Biblia, siendo la clave de interpretación de la historia total, ofrece el criterio para discernir el valor “teológico” de las tradiciones religiosas de los pueblos no cristianos. Los demás escritos religiosos poseen grandes intuiciones sobre la naturaleza de Dios, del hombre y del mundo. Sólo la Biblia nos permite discernir estas intuiciones a la luz de la acción de Dios en la historia. Sólo la Biblia nos permite descubrir los modos distintos por los cuales Dios se ha comunicado a los hombres.

 9. Capítulo sexto: «El diálogo interreligioso y la misión»

            Finalmente, en el capítulo sexto, que cierra nuestra reflexión sobre el método y su aplicación a la teología de las religiones de J. Daniélou, hemos indagado en la relación que existe entre “el diálogo interreligioso y la misión”.  Hemos visto, con J. Daniélou, qué es lo que nos enseña la historia al respecto (“momento histórico”), qué es lo que debe vivir y morir en el Occidente cristiano y en el universo no cristiano para hacer posible la misión (momento hermenéutico); hemos visto además cuál es el concepto teológico de misión, el significado y el alcance del diálogo; y hemos concluido nuestro estudio respondiendo con J. Daniélou a la disyuntiva entre misión yo diálogo.

 10. Conclusiones:

            ¿Qué es lo que hemos encontrado en esta aplicación del método al problema de las religiones? Hemos encontrado que el objeto de estudio teológico continúa siendo Dios y su misterio. La reflexión teológica sobre las religiones en J. Daniélou, es la reflexión sobre los hábitos de Dios en relación con una humanidad que aún no ha sido plenamente iluminada por la Revelación, pero que no se encuentra fuera del influjo de la gracia. Más aún, su existencia presente tiene un significado positivo al interno del plan de salvación: el de una Revelación divina que ha de encarnarse en todos los ámbitos culturales y religiosos de la humanidad. Si la salvación del individuo es un misterio – tanto la del cristiano como del pagano – la “redención” de las religiones parece responder a un plan definido: el de presentar a su Esposa – la Iglesia – circumdata varietate, adornada de las riquezas religiosas de todas las naciones.

            Hemos descubierto, además, que las tradiciones religiosas tienen una misión que cumplir al interno mismo de la teología católica. Éstas no agregan nada a la Revelación de Jesucristo. Más bien están llamadas a ofrecer una contribución indispensable para la mejor comprensión del dato revelado. Jesucristo es el único y absoluto revelador del Padre; ahora bien, esa Revelación divina se irá comprendiendo y aceptando en la medida en que pase por el prisma de todas las tradiciones culturales, lingüísticas y religiosas de la humanidad. Así todas las culturas han de colaborar, poniendo lo mejor de su sabiduría al servicio del esfuerzo teológico común de la única Iglesia.

            Finalmente, hemos descubierto que, en este proceso de encarnación del cristianismo – y de la teología – en el universo no occidental, será necesario llevar a cabo un proceso de conversión, de apertura y de “muerte”: muerte a la “hegemonía” de las formas culturales

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